A los 9 años me compraron mi primer (y único del que soy dueña) juego de Pokemon, la versión Yellow, amaba a mis Pokémon en ella y jamás he borrado ese juego. No mucho después me enteré que esos juegos tienen una pila interna que algún día se agotará y se borrará el juego. Me entró la paranoia, no quería perder mis pokemon (y menos después de la brecha iquebrantable que Nintendo creó entre el gameboy color y el advance), los pasé a un cassette (así les llamo yo a los cartuchos) de Pokemon Stadium, como backup, pero el juego ni era mío, incluso en mi adolescencia tardía seguí checándolo, revisando que mis monstruos virtuales siguieran allí.
En este momento no sé si lo hacen.
Hace no mucho que me di cuenta que mi Nintendo 64 no se ve en la tele nueva, en la pantalla plana, pero si agarra bien en la vieja. Mi mamá ya quiere deshacerse de esa tele porque ocupa mucho espacio. Entré en pánico ¿dónde jugaría mis viejos juegos de 64?
A pesar de que es sumamente fácil bajar el Project 64 y conectar un control de PC, yo sigo aferrada a conseguir los cassettes.
Fue con esto que me di cuenta de que todo lo que tenemos en forma digital eventualmente morirá, eventualmente no habrá ya algo que lo soporte. Un día prenderé mi Game Boy Advance y mis mewtwo y mi kingdra ya no estarán ahí. Un día mi N64 ya no va a servir y tendré que comprar el Majora's para Wii-whatever, y volverlo a pasar.
Debemos aprender a dejar ir.
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