martes, 30 de mayo de 2023

Ese Perro

 

 No sé quién es ese perro.

Ni de qué año es esa foto.

Se ve cómo de ¿setentas? ¿ochentas?

Salió entre las cosas de mi abuelita, tampoco sé dónde es ni de quién es el brazo que se alcanza a apreciar en la ventana. 

¿Qué pensaba la persona que la tomó?

Es un pequeño fragmento de tiempo, ya nada de eso existe. Y por eso me tiene fascinada. Me genera muchas emociones ¿Eso es el arte?

Nunca sabré quién es ese perro, dónde es esa casa o qué pasaba la mañana o tarde en la que se tomó.

Pero está ahí y existió.

Peluches

 Fui niña privilegiada y crecí con muchos juguetes, entre ellos una cantidad absurda de peluches, algunos heredados de mi mamá, la mayoría ganados en juegos en Las Vegas. En algún punto de mi infancia los conté y el número dio 150, aunque estoy segura que ahorita podrían ser más.

Tenía pesadillas recurrentes donde mi casa se incendiaba y perdía mis peluches, cualquier comentario sobre donarlos o regalarlos me hacía entrar en pánico. Toda mi vida soñé o esperé tener casa propia con un cuarto donde pudiera tenerlos todos a salvo de cualquier amenaza.

Pero mi sueño de escapar de Latinoamérica es más grande que mi deseo infantil de conservar mis peluches, aunque sí entretuve la idea de llevármelos poco a poco a Canadá o quizá hacer un roadtrip, la verdad es que estarlos moviendo en cada mudanza ha sido difícil, en casa de mis papás ya no hay espacio y en general ya no es sostenible mantenerlos. Seguro pueden hacer felices a más personas allá afuera.

Es hora de dejar ir.

Pero para honrarlos he decidido tomarle fotos a todos.